viernes, 28 de diciembre de 2007

Dirigente


Habla. Y cuando lo hace se le pierde la vista. Atraviesa al que tiene delante. Lo atraviesa porque no le habla a esa persona: se dirige al mundo, a toda la humanidad, o lo que para ella es lo mismo: a su comunidad, a sus vecinos.
Habla con la voz de la naturaleza, con la voz de la verdad, y por eso se vuelve fuerte y temerosa al mismo tiempo, porque aunque se sabe dueña de la razón, también entiende que el hombre ha firmado una declaración de guerra contra la Pachamama y sabe que esa va a ser su sentencia de muerte.

Su pelo liso, duro y de un negro brillante recuerdan a sus pasados indígenas. Pero sus ojos cansados hablan de la colonia y de los españoles que buscaron un sueño entre los troncos espinosos del Gran Chaco Americano.
Cocina poco y mal, pero cree que tiene que seguir haciéndolo para las decenas de invitados que cada semana aparecen en la puerta de su rancho. Exigiéndola, reclamándola, agotándola. Pero lo que en realidad la consume es la certeza de saber que su destino está ligado al de esos bosques que cada día retroceden más.

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