jueves, 12 de febrero de 2009

Observar, escuchar y difundir

Siempre me ha fascinado esa imagen de los tres monos en la que uno se cubre los ojos, otro las orejas y otro la boca. Tiene un poder simbólico muy potente y resulta inevitablemente graciosa, pues son gestos muy humanos, muy cobardes.
He tomado prestada del Blog Oysiao en el Oasis una explicación que llevaba buscando hace tiempo, así como la talla de madera que popularizó esta escena. Se encuentra en el santuario Toshogu del maestro ebanista Hidari Jingoro en Nikko (Japón) .
"Según la leyenda, tres monos fueron enviados por los dioses japoneses para delatar las malas acciones de los humanos. Estos tres monos tenían una peculiaridad: cada uno poseía 2 virtudes y 1 defecto. El primer mono era Kikazaru, poseía las virtudes de la vista, para ver las malas acciones, y el habla, para comunicar lo que viera al siguiente mono. Mizaru era ciego, pues tan sólo tenia que escuchar lo que contaba Kikazaru y transmitírselo al último mono: Iwazaru. Éste escuchaba los mensajes, además, con la vista comprobaba que se cumplían las penas ordenadas por los dioses.
Como todo buen mito, tiene sus moralejas y explicaciones. Algunas apuntan a que la negación tanto a ver, oir, como decir maldades es el camino hacia la sabiduria (los Tres Monos sabios). Otra es que nos muestran las reacciones primarias del miedo absoluto, la negación de los sentidos. Lo que sí es cierto es el juego de palabras que utiliza puesto que “saru” significa: mono. Y “mizaru”, “kikazaru” e “iwazaru” significan respectivamente “no ve”, “no oye” y “no habla”."


Sin embargo, he encontrado un remake de la escena que me gusta mucho más en una de las camisetas que vende Amnistía Internacional:
Observar, escuchar y difundir. Dejemos la cobardía para los monos de madera.

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