Purinkis

Purinki, en quechua, significa vagabundo.

Adrián y Lupe son purinkis. Hoy son dos. Son jóvenes. A veces son uno sólo. Otras son muy sabios, aunque otras veces hacen tontadas. Puede que sean muy viejos, no de cuerpo si no de mirada. Porque miran y ya parece que lo han visto todo. Y aun así, siempre se sorprenden como niños con cualquier detalle, con cualquier fleco suelto de realidad.

Una tarde en su cocina, jugando a reflejar la luz del sol con un CD, hicimos una sesión de Arcofotos. ¡Con todo lo que cuesta apresar un arcoiris en una fotografía!, ahí lo teníamos, al alcance de nuestra mano. Y nos enseñaron a aprovecharlo.

Lupe y Adrián a veces están lejos pero de la mano del otro. Viven solos, pero tienen millones de amigos. Unos de carne y hueso y otros de gomaespuma. También tienen perros que tienen garrapatas. Muchas garrapatas. Quizá ahora ya no, quién sabe.

Adrián y Lupe un día partieron de viaje, hace muchos años, y decidieron recorrer un continente, casi medio mundo, con los bolsillos vacíos y una marioneta en cada mano. Vieron cosas fascinantes, sufrieron lo indecible y aprendieron lo que a otros les cuesta asimilar toda una vida. Decidieron que no querían poseer nada más que tierra. Lo mínimo imprescindible para así crearse una parcela de realidad que poder modelar tal y como ellos la sueñan.

Y aunque viven muy aislados, en el campo santiagueño, junto al río Dulce, siempre me están susurrando al oído lo bonita que es la vida.