

A pesar de que con sus anteriores obras de arte urbano confería vida a objetos inertes, en esta
ocasión se ha decantado por lo contrario.
El socio se ha montado una tienda de animales en la séptima avenida (Greenwich Village) y la ha llenado con bichos-cyborg aberrantes que parecen sacados de la isla del Dr. Moureau. El caso es que el mensaje que transmite a los neoyorkinos no está nada mal.
Es como insultarles (o bueno, quizá insultarnos a todos los occidentales) en la cara y que encima te aplaudan. Bien por el humano que se sabe reir de si mismo.
Su manifiesto no tiene precio.
2 comentarios:
El manifiesto esta muy bien, muy muy jefe... corto pero directo, hhaha. Latima que solo este hasta el 31 de octubre...
¡Ay es verdad!Vosotros ibais a a estar de viaje por allí la semana siguiente! Jodeeeer... qué rabia. Bueno, pero seguro que os jartaréis de ver grafitis en la gran manzana!
Publicar un comentario