Mimetizado

Luís puede pasar desapercibido a simple vista. Su cuerpo menudo se ha mimetizado con el muro de las antiguas taquillas de la Romareda. Está acostado sobre unas mantas y a su lado descansan un cartón de vino y un batido de chocolate. Se ha parapetado tras un panel gigante que hasta hace poco no era un cortavientos sino un cartel que promocionaba una película de los cines Renoir. “Esta noche he decidido pasarme al Islam”, comenta jocoso para explicar porqué ha improvisado una bufanda como turbante.

Las antiguas taquillas del estadio de la Romareda son su guarida, pero aunque le gusta el fútbol asegura que "yo no soy de ningún equipo, eso es una chorrada". Los días que hay partido se marcha despacito, con pasos de hombre menudo.

Cuando las voluntarias se acercan a preguntarle si le apetece un café, Luís responde zalamero: “Très bien. Tráeme un café, pero con alegría”. Su voz llega amortiguada tras la manta que le cubre la boca.

A pesar de que hace años que Luís no ve una televisión ni un ordenador, intenta explicarnos porqué a veces se desfasa el audio y la imagen en las películas. Pero como ve que no llegamos a comprenderle su voz se va mitigando, poco a poco, tras la manta que cubre su boca.

Por un momento me acordé del filósofo Diógenes y me sentí como Alejandro Magno cuando fue a ofrecerle lo que quisiera. Hay mucha sabiduría en las personas que pasan el día en la calle, observan y tienen tiempo para pensar.

¿Tú tienes tiempo para pensar? Yo a veces digo que no tengo, pero creo que es porque me da miedo llegar a alguna conclusión importante.