miércoles, 16 de enero de 2008

Petrificado

Esta es una conversación telefónica imaginaria:
Riiiiiinggggg (aunque seguramente el sonidito era distinto: luri luri luuuu o una canción de Paulina Rubio)
-¿Aló?
-Luis Alberto, soy yo.
-¡Ah! Dime, dime, que estaba ahora con el tema ese que te dije de la concesión de esa obra para tu sobrino pero tengo un ratillo para tí. ¿Qué pasa pues?
-Mira... lo que te tengo que decir no es nada fácil.
(silencio)
-(silencio)
-¿Alberto?
-Si, si, estoy aquí, ¿qué pasa? ¡dime algo!
-Los de arriba me han dicho que no contamos contigo para las listas de las próximas elecciones... lo siento macho, no he podido hacer nada, ya sabes cómo son.
-(silencio)
-Yo tengo las manos atadas. Hombre, entiéndelo... ellos me han hecho llegar dónde estoy, ya lo sabes.
-(silencio)
-Venga hombre, si va a ser mucho mejor para tí. Seguro que ahora empiezan a llamarte de mil empresas pidiéndote que seas su asesor, a dar charlas por universidades...¡Ahora recuperas tu vida!
-(silencio)
-Vamos, ¿quedamos para comer mañana el el golf? Chico no te lo tomes a pecho que ya sabes que esto podía pasar en cualquier momento... Pero tú nada, erre que erre.
-(Silencio)
-¿Te acuerdas de aquel 28 de julio de 2006 cuando soltaste que querías oficiar un matrimonio gay? yo sí que me acuerdo, y de que me cagué en todo también. Siempre has ido a tu bola, ahora no vengas con lloros.
-(Silencio)
-Tu padre y tu suegro son los que se lo van a tomar peor, ¿verdad? Bueno, ya se les pasará. Son de la vieja escuela, pero cosas peores has hecho.
-(silencio)
-¿Te acuerdas cuando quisiste echar a Zaplana? El año 90 era, ¿verdad? Lo del caso Naseiro fue una patada en los huevos...
-(silencio)
-Tío, que has sido bastante valiente, y te recordarán por eso. Ya sabes que a mi me hubiera gustado hacer alguna de esas que has hecho tú... pero no me atrevo.
-(silencio)
-Venga, que soy yo, ¡Mariano! ¡Tu amigo! no la tomes contra mí... Oye, te tengo que dejar, que viene Josemari, y como se entere de que estoy avisándote...hastalueg.... PI PI PI PI

Y Luis Alberto ahí estaba, sentado en el sillón de su despacho. Más bien tirado, todo tieso, petrificado. Y sus ojos, que siempre habían estado a media asta, con ese aire desafiante, ahora estaban abiertos de par en par. Como en un salón en el que se han llevado las cortinas para lavarlas. Sólo podía pensar en una cosa: no iba a ser él. Y lo peor de todo: estaba seguro de que iba a llegar a lo más alto si le hubieran dejado presentarse a las elecciones.
Una mano sostiene el teléfono y la otra, agarrotada, está apretando su muslo.
¡Qué fácil es borrar la historia antes de que se escriba!
Y por su mente rebotaba una idea: "sólo me recordarán por lo de la M30"

1 comentario:

aikugur dijo...

Jajaja! Casi haces que sintamos lástima por todos los implicados... Yo creo que si se va de la política deberías hacer un acto solidario y dejarle a Gallardón que escriba de vez en cuando en tu blog para que no se aburra hasta que encuentre otra cosa. Seguro que los retratos que pueda hacer de sus compañeros del PP sacan toda su mala sangre (medio azul). El único problema es que cuando quiera convertirse en el cabecilla del blog lo acabarás echando... Imagínate, toda la vida reviviendo el mismo trauma: en tu blog, en la empresa...